Reflexiones en torno a Tochim para tres percusionistas en ronda.
Non serviam,
Vicente Huidobro.
Tochim, para tres percusionistas en ronda fue la primera obra escrita al comienzo del periodo de postítulo durante el año 2012, estrenándose hacia octubre del mismo año por el Grupo de Percusión Valparaíso, dirigido por Nicolás Moreno.
El
componer una obra solo para percusión nacía de la necesidad de trabajar con
instrumentos y sonoridades con las cuales no estaba, composicionalmente
hablando, familiarizado hasta ese momento. Siendo esta la situación aparece la
pregunta ¿Por dónde comenzar?
Desde
mi infancia en Valparaíso, el tumultuoso sonido de las bandas militares en el
centro de la ciudad, de los organilleros y de los chinchineros en los cerros de
Valparaíso ha llamado profundamente mi atención. Por ello, y durante un largo
período, esperaba ansioso esos momentos en que simplemente aparecían e
irrumpían la cotidianeidad de mi escuchar. Los años han pasado, pero pese a
ellos estas sonoridades no han perdido su encanto. Es por esto, por esa sensación
nostálgica que ha momentos me invade que decidí trabajar con uno de estos
referentes sonoros, en este caso, los chinchineros. Debo aclarar desde un
principio, que mi intención al elegir a estos personajes de la cultura popular
porteña, no pretende ser un estudio antropológico, tampoco crear repertorio
para ellos, ni transcribir su música o sus coreografías. Si no que, en
realidad, como lo haría un pintor impresionista, fijar mi preocupación por captar la proyección lumínica de lo
pintado y “traducir en pintura la manera exacta con que los objetos hieren
nuestra vista e impresionan nuestros sentidos”[1], quise
componer esta obra, centrarme en lo que me es fundamental en ellos, su esencia,
y así, como alguna vez escuché de alguien, de quién no recuerdo su nombre:
“tener un espacio donde habitar para construir (componer)”.
Los
chinchineros surgen en nuestro país, especialmente en la zona central,
Valparaíso y Santiago, durante las décadas de 1920-1930. Y se caracterizaron
porque tradicionalmente acompañaron la música del organillo con un instrumento
percusivo, el chinchin.
El
chinchin, podemos decir, es un tipo de bombo de dos caras adherido a la espalda
por un sistema de suspensión, que junto a un par de platillos-a la manera de
entrechoque- y un triángulo, es percutido por un par de varillas,
tradicionalmente de mimbre y un tirapié, lazo de cuero accionado por una de las
extremidades inferiores para percutir los instrumentos de metal (platillos)
acoplados en la parte superior del bombo.
El presente texto se pretende dar
cuenta de las reflexiones que emergieron durante y luego del proceso
composicional de Tochim.
1°
Parte: Sobre la lectura del chinchinero.
¿Qué es lo fundamental en un
chinchinero? Luego de varias reflexiones y un volcarme hacia mis recuerdos, pasando
por mí y mi preocupación, pudimos[2]
determinar una serie de características que hacen de ellos lo que son, por
ejemplo, el aparataje ya mencionado y el chinchín. Estas características pueden
sintetizarse en cinco elementos esenciales:
·
El
sonido pulsado y perpetuo.
·
La
danza.
·
Lo
colectivo y lo particular.
·
El
oasis sonoro.
·
El
chinchín.
El
hecho sonoro en los chinchineros tiene como origen el acompañar[3],
desde la percusión al organillero, interpretando antiguos valses y repertorio
folclórico. Por ello, su música es pulsada y generalmente basada en ostinatos
rítmicos, generando una sensación de perpetuidad y continuidad temporal de
aquel sonido pulsativo.
Así
mismo, no creo posible observar la actuación de un chinchinero sin admirar los
movimientos realizados al ejecutar el chinchín que carga en sus hombros. Se
configura al moverse una serie de pasos (literalmente, movimientos de pies) y
giros en la danza que no pueden ser separadas de la producción de sonido. El
movimiento y el sonido, en el chinchinero, no pueden disociarse, son una misma
cosa, lo uno y lo otro. Él, con solo dar un paso, activa los mecanismos (la
cuerda amarrada a la suela del zapato) que hacen que los pequeños platillos de
entrechoque suenen porque uno golpea al otro. Entonces, se genera una simbiosis
entre la danza y la música, el sonido nace así del movimiento producido por
este mecanismo.
Por otro lado, todo se da en el espacio, desde
un punto de vista escénico. Su trabajo se presenta entre y dentro del ruido
caótico de la ciudad, aparecen como un pequeño orden rítmico entre bocinazos, frenazos,
gritos, susurros de la rutina de la urbe, el cierre de negocios y el sol que se
levanta y se esconde[4].
Es, como un pequeño oasis sonoro, metafóricamente hablando, un lugar donde
regocijarse un momento para formar un universo dentro del universo.
Al
evocar el recuerdo de estos músicos, está siempre latente el verlos en grupo. Pocas
veces me ha tocado observar la soledad en un chinchinero. Pero, también debo
mencionar, que entre todo este acto colectivo, existen momentos donde cada uno
de ellos demuestra su destreza o virtuosismo con la danza y en el instrumento; instante
en donde la colectividad se vuelve la suma de las individualidades.
2° Parte: Sobre el set
instrumental y los desplazamientos
Al determinar estas
características, podemos reducirlas a dos conceptos principales:
·
El
desplazamiento coreográfico.
·
La
música.
Con
respecto al primero, y para iniciarla configuración de la pieza e incluir la
idea de performance planteada anteriormente, recurriremos al concepto de Plano
Básico (PB), introducido por Kandinsky en su libro Punto y línea sobre un plano[5]
(1952). El PB, según el autor, es la
superficie material llamada a recibir el contenido de la obra[6](ya
sea físico o sonoro, este caso)
Este
plano, al igual que el plano que recibe a los chinchineros, la calle por
ejemplo, deberá ser móvil. Al interior
de este, el espacio donde se ejecute la obra, en el centro, se ubicará la
imagen poetizada de un chinchín. Esta imagen nos llevará a determinar el set
instrumental que tendrá la obra y cada instrumentista. Así decidimos utilizar
solo tres tipos de instrumentos, a razón de un Gran Casa (26 pulg. app), tres
tambores (cajas, 14 pulg. app) sin bordona y tres platillos de entrechoques (Hi-Hat,
13 – 14 pulgadas).
Si
observamos el siguiente esquema, nos daremos cuenta que el primero se ubicará
al centro del espacio donde se llevará acabo la acción y el resto del set
instrumental se posicionará en puntos equidistantes alrededor del bombo, siendo
este el instrumento común que tendrá el grupo de percusionistas, haciendo
alusión a lo colectivo de los chinchineros.
El
hecho de que el set de percusión se ubique en el centro del plano posibilita la
idea del desplazamiento alrededor de este, evocando a su vez, los movimientos circulares
realizados por los chichineros mientras ejecutan el instrumento[7].
La necesidad por crear, muy por
sobre la “transcripción” literal de un hecho externo como es la propuesta del
compositor chileno Ramón Gorigoitía, y analizar las posibles combinaciones de
desplazamientos, nos llevó a construir una lista que enunciara la cantidad de
movimientos observables con los cuales se podría componer una coreografía,
organizando conscientemente una danza que en apariencia pareciese azarosa.
El análisis realizado arroja los
desplazamientos posibles, los que de acuerdo a sus características puntuales
fueron clasificados con el fin de hacer de los movimientos una variable
consciente y propia en la obra y a cada categoría de ellos se le asignó un
determinado nombre.
·
Permanencia:
No demanda movimiento, es más bien quedarse en el “Hogar”[8].
·
Traslación
Total: forma de desplazamiento en círculos hacia la izquierda de todos los
percusionistas, de un hogar a otro. Como diría Kandinsky: “del destino al
hogar”.
·
Traslación
Parcial: Desplazamiento semicircular de dos percusionistas de izquierda a
derecha, verso de derecha a izquierda, dejando a uno de los tres sin
desplazarse.
·
Traslación
Invertida Total: Movimiento invertido en círculo, hacia la derecha de todos los
percusionistas para ocupar el lugar del otro, retrocediendo de espalda.
·
Traslación
Invertida Parcial: Desplazamiento semicircular invertida de dos percusionistas,
de izquierda a derecha, verso de derecha a izquierda, dejando a uno de ellos en
su propio hogar.
·
Rotación
Total: Giro circular sobre el propio eje de cada uno de los instrumentistas
quienes son libres de elegir hacia qué sentido girar.
·
Rotación
Parcial: Bajo una lógica similar al movimiento anterior pero este puede ser “Individual”
o “en Dupla”.
·
Rotación
Traslatoria Total: Desplazamiento
circular, donde los intérpretes no solo realizan una Traslación Total, hacia la
misma dirección, sino además, giran en su propio eje.
·
Rotación
Traslatoria Parcial: Bajo una lógica similar al movimiento anterior pero la
acción anterior solo se realiza por dos de los intérpretes.
·
Suspensión
Total: Ausencia de todo desplazamiento entre los percusionistas. Suele ir
acompañado de la ausencia de sonido.
·
Suspensión
parcial: No desplazamiento y ni ejecución del instrumento de uno o dos
instrumentistas.
3° Parte: Sobre la condición la Instantaneidad
en esta obra.
Al
otorgar tal “libertad” a los intérpretes, en cuanto el orden de la lectura de la
partitura y la secuencia de los desplazamientos, la indeterminación forma parte de la obra.
Puede parecer que este azar se muestra en la
pieza como consecuencia de las múltiples decisiones tomada a través del proceso
de construcción de esta. Independiente de ello, creemos que este azar, esta
instantaneidad es una proyección consecuente y natural de toda la observación
preliminar que hemos realizado del chinchinero y del espacio en el cual este se desplaza. No olvidemos como la
ciudad, dentro de toda su organización sonora, imparable y variable, nos
sorprende con elementos que irrumpen los periodos cíclicos de esta.
“Percibía
a los transeúntes en masa y los consideraba un cúmulo colectivo de relaciones.
Pronto, sin embargo, me sumergí en los detalles y observé con minucioso interés
la innumerable variedad de figuras, atuendos, portes, andares, rostros y
expresiones de los semblantes.”[9](Poe,
2011)
Así el escritor y poeta
estadounidense Edgar Allan Poe (1809 - 1849) en su cuento El hombre de la
multitud, donde a través de la descripción detallada de las distintas “razas”
de hombre en la multitud y la persecución de aquel “viejo decrépito de unos
sesenta y cinco o setenta años”, nos introduce a la sensación de aquella ciudad
cambiante, heterogénea y rítmicamente viva. El flaneur, para Walter Benjamin
(1892 – 1940), es un
abandonado en la multitud[10].
Esta actitud implica movimiento, desplazarse. No es la reflexión pasiva, sino
más bien, el vivir la ciudad, ser parte de su flujo desde la individualidad.
Muchas veces nos encontramos sobre el asfalto sin destino más que el que
deviene del movimiento de los pies sobre él, observando los edificios o
construcciones en proceso, a la gente que pasa, o escuchando el murmullo de
avenida que se aproxima, la gente que grita o la que habla al oído, de aquellos
barcos que parten o el campanazo que fija el medio día, en el estar entrando y
saliendo del “tumultuoso mar de cabezas”[11].
El
compositor norteamericano John Cage (1912–1992), de alguna forma, consagró su
vida en otorgar a la música aquel elemento de la indeterminación, y que puede
ayudarnos a explicar este punto.
La
visión artística de Cage[12]
se funda en una observación profunda de su entorno, la ciudad. En una
entrevista para el documental “Écoute” (1991) expresa:
“Las personas esperan que escuchar sea más que
escuchar y entonces a veces hablan de “escucha interna” o “el significado del
sonido”. Cuando yo hablo sobre música termina pareciéndole a la gente de que
estoy hablándole del sonido, de que no significa nada, de que no es interno,
sino más bien externo y ellos dicen (personas que entendieron finalmente eso)
¿te refieres a que solamente son sonidos? Pensando que para algunos el ser sólo
sonido fuera algo inútil, mientras yo amo los sonidos tal y como son, y no
tengo necesidad alguna de que sean nada más de lo que son (…) Cuando escucho
eso que llamamos música, me da la sensación de que alguien me está hablando,
hablando sobre sus sentimientos o sobre sus ideas de relaciones. Pero cuando
escucho el tránsito no tengo la sensación de que alguien esté hablando, tengo
la sensación de que el sonido está actuando. Y yo amo la actividad del sonido
(…) no necesito que el sonido me hable[13]”
Así,
este encanto por el entorno sonoro cotidiano, como aquel lugar donde el sonido
surge, sin el “gusto”, sin tradición, sin intención ni relaciones preexistentes
en una mente humana, permea su obra y hace de la Instantaneidad la herramienta
idónea para sus trabajos, ya que “(…) la naturaleza se caracteriza por
distribuir la aparición de sus elementos a través del azar.”[14] ,
y por tanto la obra, como imitación de aquella afirmación, tenderá a que sus
elementos se ordenen por medio de procesos azarosos aplicados a estos, tal como
fueron ejecutados, por ejemplo, en su Music of Changes (1956 -1957) al utilizar
el I Ching o Libro de los cambios, para su
construcción.
Pero
¿Qué implica esta Instantaneidad en Tochim?
Tochim es un juego, un desafío propuesto a los intérpretes, para que cada uno un cierto nuevo orden musical y corporal, que permita que estos sean parte de la composición y que esta, a su vez, se renueve en cada versión. Se espera de Tochim que no sea la misma en cada ejecución y que el resultado de aquel “juego” satisfaga mis expectativas formales. Como nos dice Cage “(…) Está claramente establecido en el I Ching que si no te gustan los resultados de los procesos azarosos no tienes ningún derecho a usarlos”[15].
4° Parte: ¿Qué es TOCHIM?
Me
permitiré hacer los siguientes alcances. Por un lado, TOCHIM posee dos
elementos fundamentales; la música y el movimiento, que se relacionan en una
conexión inseparable:
“La piel, la grasa, la carne y el hueso se
encuentran en las partes orgánicas como la mano, el pie, elrostro. Pero
considerar de qué está compuesto tal ser vivo o tal otro no debe hacer olvidar
lo esencial… cuando se trata de una casa,se trata de ella misma, no de los
ladrillos, del cemento ode los trozos de madera. Asimismo, cuando se trata de
la naturaleza, hay que ocuparse del montaje y de la totalidad del ser y no de
los elementos que nunca aparecen
separados del ser al que pertenecen.”[16]
Podríamos pensar que el acto de ejecutar un
instrumento implica ya el desplazamiento e interacción de ciertos
componentes del cuerpo que es vibración
pura. Pero en esta obra partes del cuerpo no son suficientes para darle vida,
es el cuerpo completo en movimiento el que se requiere, y no solo uno, sino que
tres coordinados entre sí. Por lo cual podríamos observar que tenemos
caracterizados dos formas de comportamiento en el cuerpo:
·
Aquel
que vive a un cierto nivel su individualidad, mediante acontecimientos que solo
lo afectan a él, y
·
El cuerpo colectivo, como la suma de todas individualidades.
Es
tan relevante el cuerpo que se desplaza, que el
registrar sonoramente la obra no basta, una pista de audio no muestra, sino en apariencia o en parte, lo que la obra
es. Por otro, como ya mencionamos hacia
el inicio de TOCHIM, no se
pretende que la obra sea un estudio antropológico, sociológico o musicológico
de un acontecimiento u objeto, puesto que la observación del chinchinero se
produce de la necesidad de limitar las posibilidades que ofrece el universo. Cualquier
persona puede ver la obra y no darse cuenta de la “historia” que la alimenta.
Vicente
Huidobro ya nos acercaba a esta idea en su poema/manifiesto Non Serviam donde
nos señala:
“El
poeta, en plena conciencia de su pasado y de su futuro, lanzaba al mundo la
declaración de su independencia frente a la Naturaleza… Hasta ahora no hemos
hecho otra cosa que imitar al mundo en sus aspectos, no hemos creado nada… Y ya
no podrás decirme: «Ese árbol está mal, no me gusta ese cielo.... los míos son
mejores». Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los
tuyos y que no tienen por qué parecerse”[17].
Así
podríamos acercarnos a ciertas
concepciones de arte, donde se pretende “traducir en la pintura la manera exacta
con que los objetos hieren nuestra vista e impresionan nuestros
sentidos”[18],
y eso es precisamente lo que sucede en la obra TOCHIM. Es decir, es el resultado de la relectura del chinchinero
que habita en mi memoria. Muchos podrán considerar esto un problema o ser
objeto de cuestionamiento al tomar como referentes a estos personajes
populares, pero ¿Es deber del artista recrear de forma precisa el mundo que nos rodea? Si la respuesta es
Sí, entonces cabe cuestionarse con la pregunta ¿Es posible hacerlo?
En
cambio si la respuesta es No,
también debiésemos preguntarnos ¿Cuál es aquel hacer-deber? Si es que
existe. Pienso que la creación artística no se relaciona directamente con el
entorno, con la descripción pura de lo que nos rodea, un árbol y sus colores,
sus formas y sombras no son relevantes en sí mismo, el sonido del viento
golpeando en sus hojas o el de los pájaros comunicándose, el movimiento del+
tren, dentro o fuera de él, el Sol en la ventana, por nombrar algunos estímulos
no son el centro de la composición de cualquier pieza. Lo relevante es el
hombre que se encuentra en medio observando. Es conocida la pregunta ¿existe
sonido cuando un árbol cae y nadie lo escucha? … No. El sonido es el resultado de vibraciones, por tanto el arte es
un testimonio de la experiencia de la vida consciente.
Lo
importante no es el chinchinero,
sino esa cierta imagen difuminada que te permite verlo o no verlo, de acuerdo a
la memoria en la que el habita como experiencia en cada uno. Bien lo describe
Klee al reflexionar sobre la relación entre la naturaleza o los estímulos que
circundan al artista y la obra de arte en la parábola del árbol[19]
[1]Merleau-Ponty, Maurice “La duda de Cézanne”. Pag 247.
[2] El
trabajo no lo realizo solo, por tanto algunas reflexiones se hicieron en
conjunto con Boris Alvarado (mi otro yo), mi maestro de Composición, y con mis propios
compañeros.
[3] Eso marca una referencia de cómo
surge el chinchineros. Hoy en día, se les pueden ver solos o en grupo, lo que
genera otras características.
[4]
En una carta escrita
por Luigi Russolo (1885 – 1947), pintor futurista y compositor italiano,
dirigida al músico Francesco Balilla Pratella (1880- 1955) bajo el título de
“El arte de los ruidos” (Manifiesto futurista), el autor plantea un nuevo modo
de escuchar el nuevo entorno sonoro que se ha generado desde tiempos de las
primeras revoluciones industriales, y pone énfasis en el tedio que le provocaba
escuchar obras de épocas pasadas. ”Hay
que romper este círculo restringido de sonidos puros y conquistar la variedad
infinita de los sonidos-ruidos…Atravesemos una gran capital moderna, con las
orejas más atentas que los ojos, y disfrutaremos distinguiendo los reflujos de
agua, de aire o de gas en los tubos metálicos, el rugido de los motores que
bufan y pulsan con una animalidad indiscutible, el palpitar de las válvulas, el
vaivén de los pistones, las estridencias de las sierras mecánicas, los saltos
del tranvía sobre los raíles, el restallar de las fustas, el tremolar de los
toldos y las banderas”.
[5] Kandinsky, Wassile. Punto y línea sobre el plano. 1952.
Editorial Labor S.A.
[6] Ibídem.
[7] Otras obras también presentan
una distribución similar a esta. Entre ellas, podemos mencionar Okho (1989) de Iannis Xenakis (1922-2001),
Trio per uno (1990/95) de Nebojsa
Zivkovic (1962) o Musik im Bauch (1975) de
Karlheinz Stockhausen (1928-
2007).
[8]
Con el objetivo de clarificar ciertas ideas recurriré a conceptos utilizados
por V. Kandinky en su libro Punto y línea
sobre un plano. Entenderemos por Hogar
el punto espacial donde se reposa luego de un movimiento.
[9] Poe, E. A. (2011). El hombre de
la multitud. Recuperado 25 de julio de 2016, de El boomeran website:
http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/poemultitud.pdf
[10] Benjamin, W. (2012) El París de Baudelaire. Buenos Aires, Argentina,
Eterna Cadencia Editora, pág. 69.
[11] Ibídem item 9.
[12] Recordemos que su aproximación
al arte no es solo desde la música. Joan Retallack, en la presentación de su
libro de entrevistas a Cage, Music (Ediciones
Metales pesados, 1996), lo describe como “(…) destacado compositor, músico, escritor, poeta, micólogo, artista
visual e inventor. Su trabajo se asocia a la performance, al teatro, la danza y
en general a una aproximación experimental hacia la obra de arte.(…) (pag
5)
[13] Cage, John [La Cueva Boreal]. (sin
fecha). John Cage (subtítulo español) [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=Hj7rq-gEzgo
[14] Celedón B., G. (2015). John Cage
y la posibilidad de pensar el sonido como acontecimiento. Aproximaciones
filosóficas a su obra1. Revista Musical Chilena, 69(223), 73 - 85. Consultado
de https://revistamusicalchilena.uchile.cl/index.php/RMCH/article/view/36813/38377
. Pág. 78.
[15] Cage, John (1996), Music, John Cage en conversación con Joan
Retallack, Santiago, Chile: Ediciones Metales Pesados, pag 84.
[16]Delaporte, Francois “Un sentido figurado: el cuerpo en pedazos” Granada
2014, pag. 115
[17]Huidobro, Vicente
[18]Maurice Merleau - Ponty.
[19]Klee plantea que los procesos
creativos artísticos se asimilan a árbol y sus partes: las raíces se relacionan
con el entorno del artista, las circunstancias de su vida, todo cuanto perciben
sus sentidos; “De esta región afluye
hacia el artista la sabia que lo penetra y que penetra sus ojos. El artista se
halla de este modo en la situación del tronco”. Al cruzar esta carga a
través del artista aparecen las ramas y las hojas “no viene a la cabeza de nadie exigir a un árbol que forme sus ramas
sobre el modelo de sus raíces”. Por tanto, si atribuimos esta concepción
del ramaje a la obra no podemos exigir que esta sea una imitación fiel de
aquello que nos estimula.