"El Concepto del reguetón" por Lalau Yllarramendiz Alfonso (Cuba)

 




“Lalau”, es Licenciada en Musicología, Universidad de las Artes (ISA), miembro de la IASPM-AL (Internacional Asociation for the Study of Popular Música - Rama Latinoamericana) desde 2016, Premio Danilo Orozco 2017 de la UNEAC a la Mejor Investigación de estudiantes de nivel superior, miembro de la Sección de Crítica e Investigación de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) desde 2018. Actualmente trabaja en la Dirección de Desarrollo Artístico del Instituto Cubano de la Música. 


Más allá de la acepción que cualquier diccionario le pueda otorgar, el reguetón debe ser uno de los términos con más significaciones del universo musical y lingüístico latino. Al menos para los habaneros nacidos en los años ´90 es casi imposible mencionar una fiesta o reunión de amigos y familia en la que no sonara el patrón rítmico habaneroso de este género urbano.

Desde Cubanito 2002, Eddy K, Baby Lores e Insurrecto hasta los noveles El Pichy, Alex Duvall, Harrison o Awing, la historia del reguetón cubano se escribe paralela a nuestra generación.

Con los años y la madurez, muchos ya se encuentran en la fase de la negación y se confiesan verdaderos detractores de tan satanizado género musical. Lo cierto es que miles de baúles de fotos, memorias flash o discos duros deben tener fotos y canciones que atestiguan lo mucho que les gustó y encanta el reguetón, porque si yo digo:

Deja que yo te coja Caperucita

Le voy a dar las quejas a tu abuelita

No importa la edad que tengas, al ritmo de ese dembow estoy segura de que moviste tu cuerpo.

Nada tiene que ver si en la sala de casa tienes un título de licenciado, obrero calificado o si aún cursas la secundaria básica, el caso es que el reguetón es parte de tu biografía para bien y para mal, no se puede negar.

Veinte años tiene el género al que le diagnosticaron pronta muerte y a decir verdad, bastante vivo se le ve. Tanto así que ya tiene heredero: el trap, ¨Otro que bien baila¨ como dice el refranero popular. De vulgaridad tiene como para hacer leyendas y de seguidores también.

La cronología de la evolución del género se ha visto marcada por mitos tales como ¨La Gasolina¨, ¨Despacito¨, ¨La Gozadera¨, ¨Hasta que se seque el malecón¨ y ¨Bajanda¨. Sin importar la latitud que habitas e incluso si lo odias, tus vecinos deben haberse encargado de que te aprendas sus ritmos y estribillos.

Aunque los medios de comunicación oficiales no han sido los voceros de su discurso, los reguetoneros y sus productores siempre han tenido cartas bajo la manga que sorprenden a los más avezados conocedores de la industria y el mercado musical.

¿Cómo se hablaría del reguetón sin mencionar el Paquete Semanal? Este es su principal medio de promoción y divulgación dentro de La Isla. También se han valido de plataformas transnacionales como Facebook e Instagram para emitir videos y fotos a sus seguidores alrededor del mundo.

Los reguetoneros tienen las cosas muy bien pensadas y tal parece que por muy intelectual que uno se sienta, hemos nacido con una postmodernidad de autotune, samples, rapeos, dembow, trap y reparterismo. 

En una sociedad que lucha constantemente por la equidad de género, el reguetón es el contrasentido de cualquier empeño de esta naturaleza. Ofende, insulta y denigra a la mujer, pero ellas lo siguen bailando y disfrutando porque su cuerpo le pide reguetón. ¡¿Por qué?!

Enredado laberinto de significaciones en el que me he metido solo para tratar de decir, que tanto si eres joven o no, hombre, mujer, gay, transexual, blanco o negro el reguetón es parte de tu historia. El reguetón es la música de tu ciudad, de los bicitaxis, gacelas, almendrones y guaguas. Bad Bunny es el ídolo de masas de nuestro tiempo, Chocolate la voz polémica repartera, Divan el modelo de belleza masculino y la Señorita Dayana un ejemplo de éxito femenino.

Eso significa el reguetón, música que de tan simple no puedes parar de bailarla, letras que ofenden con tal naturalidad que espanta, una creatividad pasmosa para inventar bailes y palabras, dinero y lujo anhelado e incomprendido. 

Un sector de nuestra juventud sueña ser como ellos. El sueño americano que ha entrado por sus ojos y les deslumbra la vida, las mujeres, el carro y los billetes para derrochar. 

Sorprende cuánto ha logrado cambiar el imaginario y las convicciones de una generación el constante repiquetear del dembow mientras el cuerpo baila la melodía de un texto que te injuria. El enojo de pocos es la banda sonora de muchos.

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